Cómo obtener la salvación es la mayor pregunta en la vida de cualquier persona. Esta interrogante comienza cuando un hombre o una mujer se da cuenta por primera vez de su verdadero estado ante el santo Dios.
Esa íntima y dulce comunión que el Padre esperaba obtener con el hombre —la corona de su creación—, se perdió cuando Adán y Eva desobedecieron el mandamiento de Dios en el jardín del Edén. Cuando Adán y Eva pecaron, perdieron su derecho a comer del árbol de la vida, el cual les habría permitido vivir para siempre. Fueron expulsados del jardín y de esa forma, negaron la amorosa relación que Dios deseaba tener con ellos. Su estado pecaminoso los hizo inapropiados para estar en la presencia de Dios. Lejos de ser un evento menor, esta Caída y expulsión del hombre fue un punto cataclísmico en la historia que colocó a la humanidad en un descenso que continúa hasta la fecha.
El hombre sin Dios hace sus propios planes, sigue sus propios consejos y vive bajo sus propias reglas. Sin embargo, debido a que el hombre fue creado para la comunión con Dios, persiste una insatisfacción y la esperanza dentro del hombre que solamente puede ser satisfecha por Dios mismo. Dado que el hombre está ahora en una decadencia sin esperanza y que Dios es perfectamente santo, existe la necesidad de que Dios y el hombre se reconcilien y que la comunión pueda ser restaurada.
Salvos por su gracia
jueves, 13 de agosto de 2015
¿Somos salvos por gracia o por obras?
- Por gracia
- Efesios 2:8-9: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe.”
- Romanos 3:20, 28: “20 ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado. 28 Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.”
- Gálatas 2:16: “sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado.”
- Por obras
- Santiago 2:24: “Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe.”
- Mateo 19:16-17: “Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? 17 El le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.”
Dios no quiere una fe que sea vacía e hipócrita. Santiago 2 está hablando acerca de aquellos que “dicen” que tienen fe pero no tienen obras. Por lo tanto, las personas no pueden decir si son o no verdaderos creyentes debido a que no llevan fruto. Esta clase de fe es inútil y no es una fe salvadora. La verdadera fe da como resultado verdaderas obras.
Si una persona guarda todos los mandamientos, parecería que pudiera obtener la vida eterna. Sin embargo sabemos que nadie puede guardar todos los mandamientos. Por lo tanto, esta es la razón por la que Efesios 2:8 dice que somos salvos por gracia por medio de la fe. Romanos 3:20, 28 y Gálatas 2:16 también nos dicen que nadie es justificado delante de Dios por la Ley; o sea, por las obras que alguien pueda hacer.
No existe por lo tanto contradicción cuando examinamos los contextos. Somos justificados por fe, pero esa fe debe ser viva (Santiago 2). La Ley no nos puede salvar ya que somos incapaces de guardarla en su plenitud. Concluimos por lo tanto, que la salvación es por gracia a través de la fe.
Somos salvos por la gracia de El.
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.
-- Efesios 2:8-9
Estos versículos aclaran la obra de salvación: Todo es por obra de Dios, no nuestra. Somos salvos por la gracia de Dios por medio de la fe. Todo es don de Dios. No somos salvos por medio de nuestras buenas obras, así que no tenemos razón para ufanarnos, como si ser cristiano fuera una proeza. La única manera de salvarse es por gracia, que es el favor inmerecido de Dios. Si lo mereciéramos, no sería gracia. No somos salvos porque hemos sido buenos, porque hemos hecho cosas buenas, o hemos ganado la salvación de alguna otra manera.
La Biblia es clara al decir que no podemos ganar la salvación. Pablo escribió en Romanos 3:20: “por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de el”. Escribió en Gálatas 3:10 que quienes dependen de las buenas obras para ser salvos están bajo maldición y ninguno de nosotros puede guardar esa ley. Todos estamos justificadamente condenados al castigo eterno a menos que Dios intervenga por gracia. Eso es precisamente lo que Dios ha hecho.
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